miércoles, 3 de enero de 2018

La guardia

Llegué recién de verte. De nuestra junta de despedida.

En vez de hablar de lo que nos separa, nos pusimos al día y encontramos otros detalles que nos unen. Una pésima despedida.

La conexión entre dos personas nace de esos puntos en común. De aquellos valores profundos o trivialidades ridículas que nos hacen reflejarnos en el otro y sentir que no estamos tan solos.

Pero encontrar los puntos de unión es mas una actitud que un azar. Hay que estar dispuesto a preguntar con el corazón y responder con el alma, y disfrutar del proceso de descubrir que la otra persona alucina tal como tú con alguna serie freak, con las cosas viejas o que usa las letras para sacarse de adentro lo que es difícil con palabras.

A veces hacemos lo contrario: buscamos lo que nos diferencia, como deseando encontrar excusas para no acercarnos más. Alguna razón para convencernos que no va a resultar y que es mejor no entregar en bandeja los secretos que guardamos como tesoros. Para no bajar la guardia y quedar vulnerables.

Para poder conectar tenemos que darnos permiso de ser vulnerables. Dejarnos realmente ver y permitir a otros encontrar aceptación y admiración por lo que somos. No por lo que elegimos mostrar.

Cuando uno es vulnerable es cuando ocurre la magia y las veces en que te permitiste serlo conmigo fue cuando te vi de verdad. Momentos en que tu corazón saltaba, en que tus ojos sonreían, en que tus manos hablaban, en que tus penas y temores vibraban. La Maca con la guardia baja es la mejor Maca.

Esa Maca hizo algo nuevo y regaló un libro.

Y no es sólo un montón de hojas con letras. Me regalaste panoramas. Y se me siguen ocurriendo otros, ñoños y/o taquillas, para hacer contigo. Hace rato que no me pasaba. Creo que dejaste una huella más grande de la que quiero reconocer y lo encuentro increíble. O terrible, dependiendo de lo que diga el tiempo, pues nuestra despedida dejó mucho que desear.

domingo, 12 de enero de 2014

My melody


"...I live on the blue planet 

that I saw in your eyes 
but now I can't stay 

knowing it's made 
of beautiful lies



but my sentimental melody 
like a long-lost lullabye 
will ring in your ears 
down through the years 
bringing a tear to your eye 
Goodbye"

My Sentimental Melody - The Magnetic Fields

domingo, 29 de septiembre de 2013

7

El jueves habríamos cumplido 7 años juntos.

El jueves se me ocurrieron cosas para regalarte. Cosas que contarte, cosas para sorprenderte, alegrarte.

Descubrí God Help the Girl, un proyecto paralelo de Stuart Murdoch de Belle & Sebastian, que estoy seguro te encantaría (¿usas rdio.com? te cambiará la vida). También que Bowie canta en Reflektor, la nueva canción de Arcade Fire del disco que se viene en Octubre. Ya bajé casi toda la nueva temporada de Breaking Bad para hacerme una maratón y el lunes parte la de Homeland, no te las vayas a perder; al fin terminé de ver House of Cards, esa con la que te quedaste dormida en el primer capítulo.

El jueves quise hablarte.

El jueves me volví a acordar que ya no puedo.

lunes, 15 de julio de 2013

La taza

Levantó su taza para tomar otro sorbo pero estaba vacía.

Llevaba toda la noche en su escritorio tratando de terminar el artículo y parecía que el café ya no ayudaba. El nuevo silencio de su departamento en vez de mejorar su concentración lo abrumaba, y el regular sonido de la lluvia ya no le relajaba.

- Que mierda. Mejor voy por otro café. - Dijo en voz alta por costumbre, como esperando una respuesta.

Puso a hervir el agua nuevamente, y aprovechó de mirar la noche por la ventana cubierta de gotas. Desde ahí se veía el parque que tantas veces recorrió junto a ella probando un nuevo helado artesanal.

Extrañaba compartir con alguien sin mayor pretensión. Poder ver una película y no sentir el deber de decir algo inteligente para impresionar. Salir a conocer un nuevo restaurant y disfrutar de los sabores sin preocuparse de los silencios. Caminar por horas descubriendo detalles del camino que antes se habían escapado, sin la obligación de mantener una conversación como música de fondo. Escuchar un grupo nuevo o viejo por primera vez en vivo, y revelar genuina sorpresa o decepción. Bailar sin preocuparse de los pasos correctos. Cocinarle algo nuevo sin temer por el resultado.

Extrañaba tener alguien con quien compartir cosas sólo por sentir que viviría lo mismo; extrañaba saber que alguien que le importaba profundamente tenía un nuevo recuerdo que guardar muy parecido al suyo, y que nadie más en el mundo tendría el mismo.

El hervidor sonó y apagó su luz avisando que el agua estaba lista. Apartó su vista de la ventana, echó en la taza dos cucharadas del café instantáneo que ella le había regalado y la llenó de agua lentamente, deseando que tal como la taza, el nuevo vacío en su vida fuera así de fácil de llenar.

lunes, 8 de julio de 2013

El desorden

Hay algo interesante en el desorden.

En principio a nadie le gusta. Preferimos la armonía, el equilibrio, la proporción y simetría. El orden pareciera ser la base de la belleza y la perfección.

Pero ¿que pasa al encontrar un trébol de cuatro hojas? ¿o una molesta hilacha en la ropa? ¿al ver un quiltro exótico, al escuchar una palabra políticamente incorrecta o al descubrir un nuevo lunar en ojos que ya creías conocer?

Provocación. Asombro. Desacomodo por lo no-perfecto, el fin de la tranquilidad. Un colapso de estructuras que dan espacio a algo único, auténtico e inspirador. Un remezón que revive, como un disparo de agua o un foco de luz en la peor noche; un remezón que a veces transforma sutilmente nuestros propios juicios, cambiando la manera en que aceptamos lo que vivimos.

El desorden es fuente de originalidad, y la originalidad encanta y cautiva.

Sí, hay algo interesante en el desorden.

Hay deleite en el desorden.

miércoles, 12 de junio de 2013

Memorice

Despertó y no recordaba nada. 

Creyó estar recostado en un sillón. Apenas podía ver con toda la humedad de lo que parecía una máscara. Intentó sacarla pero sus manos estaban ocupadas: en su derecha aferraba una delgada y tensa cadena de color rojo cuyo final estaba oculto bajo una silla a un costado, y en la izquierda una especie de contenedor verde de un material acartonado. Lo movió y cosas dentro se acomodaron.

Se estaba sofocando. Necesitaba salir de ahí, de esa habitación a la que había llegado sin saber cómo ni hace cuánto. Reconoció lo que aparentemente era la única puerta de acceso, intentó pararse pero las piernas no respondieron. Miró sus pies apoyados sobre la alfombra: estaban morados e hinchados.

Trató de hacer memoria: amigos. Una larga celebración post exámenes. ¿Una apuesta?

Escuchó ruidos detrás de la puerta y le tranquilizó saber que aún conservaba ese sentido. Aguzó el oído y lo que vendría lo horrorizó.

- Papi, papi, ¿donde está mi perrito? Lo quiero ahora, ¡ahora! - dijo una voz chillona.
- Tranquila hija, lo trae un amigo muy especial - respondió un hombre -. Y también traerá tu piñata.
- ¿Tiene billetes dentro? Quiero billetes, como en el cumpleaños de la Sofi donde...
- Hija, cállate, ve y vuelve con tus amigas.

Oyó sus rápidos pasos alejándose a otra sala y luego nuevamente la voz del hombre, vomitando una frase que aún resuena en su cabeza.

- Sabía que no tenía que contratar un estudiante. Mas vale que no cague el disfraz. ¿Dónde mierda se metió ese Barney?.

sábado, 25 de mayo de 2013

Sol

Dejó que el sol le pegara en la cara, para sentir que algo lo acariciaba.

Anoche llovió y el frío que trajo la mañana fue insoportable, aún para alguien como él.

Dejó que esos brazos invisibles lo levantaran y empujaran a andar. No recordaba a dónde pero sabía que tenía que llegar antes que los otros, los más jóvenes.

Caminó lo más rápido que pudo, sintiendo pánico al pensar que en cualquier momento esa cálida compañía se podía acabar. No imaginaba cómo podría llegar.

Mientras andaba comenzó a recordar. Una voz, una sonrisa, unas manos. Y al doblar una esquina, la vió.

- ¡Pamela! ¿ya le estás dando de comer a esos perros vagos? - gritó alguien desde una ventana de arriba. 
- Ay sí mamá ¡míralos! no sé como sobreviven estas noches. Este es el que más me da pena.

Y él sintió, de nuevo, lo que era una caricia de verdad.

Y en su último instante, fue el único sol que necesitó.