En vez de hablar de lo que nos separa, nos pusimos al día y encontramos otros detalles que nos unen. Una pésima despedida.
La conexión entre dos personas nace de esos puntos en común. De aquellos valores profundos o trivialidades ridículas que nos hacen reflejarnos en el otro y sentir que no estamos tan solos.
Pero encontrar los puntos de unión es mas una actitud que un azar. Hay que estar dispuesto a preguntar con el corazón y responder con el alma, y disfrutar del proceso de descubrir que la otra persona alucina tal como tú con alguna serie freak, con las cosas viejas o que usa las letras para sacarse de adentro lo que es difícil con palabras.
A veces hacemos lo contrario: buscamos lo que nos diferencia, como deseando encontrar excusas para no acercarnos más. Alguna razón para convencernos que no va a resultar y que es mejor no entregar en bandeja los secretos que guardamos como tesoros. Para no bajar la guardia y quedar vulnerables.
Para poder conectar tenemos que darnos permiso de ser vulnerables. Dejarnos realmente ver y permitir a otros encontrar aceptación y admiración por lo que somos. No por lo que elegimos mostrar.
Cuando uno es vulnerable es cuando ocurre la magia y las veces en que te permitiste serlo conmigo fue cuando te vi de verdad. Momentos en que tu corazón saltaba, en que tus ojos sonreían, en que tus manos hablaban, en que tus penas y temores vibraban. La Maca con la guardia baja es la mejor Maca.
Esa Maca hizo algo nuevo y regaló un libro.
Y no es sólo un montón de hojas con letras. Me regalaste panoramas. Y se me siguen ocurriendo otros, ñoños y/o taquillas, para hacer contigo. Hace rato que no me pasaba. Creo que dejaste una huella más grande de la que quiero reconocer y lo encuentro increíble. O terrible, dependiendo de lo que diga el tiempo, pues nuestra despedida dejó mucho que desear.