lunes, 15 de julio de 2013

La taza

Levantó su taza para tomar otro sorbo pero estaba vacía.

Llevaba toda la noche en su escritorio tratando de terminar el artículo y parecía que el café ya no ayudaba. El nuevo silencio de su departamento en vez de mejorar su concentración lo abrumaba, y el regular sonido de la lluvia ya no le relajaba.

- Que mierda. Mejor voy por otro café. - Dijo en voz alta por costumbre, como esperando una respuesta.

Puso a hervir el agua nuevamente, y aprovechó de mirar la noche por la ventana cubierta de gotas. Desde ahí se veía el parque que tantas veces recorrió junto a ella probando un nuevo helado artesanal.

Extrañaba compartir con alguien sin mayor pretensión. Poder ver una película y no sentir el deber de decir algo inteligente para impresionar. Salir a conocer un nuevo restaurant y disfrutar de los sabores sin preocuparse de los silencios. Caminar por horas descubriendo detalles del camino que antes se habían escapado, sin la obligación de mantener una conversación como música de fondo. Escuchar un grupo nuevo o viejo por primera vez en vivo, y revelar genuina sorpresa o decepción. Bailar sin preocuparse de los pasos correctos. Cocinarle algo nuevo sin temer por el resultado.

Extrañaba tener alguien con quien compartir cosas sólo por sentir que viviría lo mismo; extrañaba saber que alguien que le importaba profundamente tenía un nuevo recuerdo que guardar muy parecido al suyo, y que nadie más en el mundo tendría el mismo.

El hervidor sonó y apagó su luz avisando que el agua estaba lista. Apartó su vista de la ventana, echó en la taza dos cucharadas del café instantáneo que ella le había regalado y la llenó de agua lentamente, deseando que tal como la taza, el nuevo vacío en su vida fuera así de fácil de llenar.

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