Hay algo interesante en el desorden.
En principio a nadie le gusta. Preferimos la armonía, el equilibrio, la proporción y simetría. El orden pareciera ser la base de la belleza y la perfección.
Pero ¿que pasa al encontrar un trébol de cuatro hojas? ¿o una molesta hilacha en la ropa? ¿al ver un quiltro exótico, al escuchar una palabra políticamente incorrecta o al descubrir un nuevo lunar en ojos que ya creías conocer?
Provocación. Asombro. Desacomodo por lo no-perfecto, el fin de la tranquilidad. Un colapso de estructuras que dan espacio a algo único, auténtico e inspirador. Un remezón que revive, como un disparo de agua o un foco de luz en la peor noche; un remezón que a veces transforma sutilmente nuestros propios juicios, cambiando la manera en que aceptamos lo que vivimos.
El desorden es fuente de originalidad, y la originalidad encanta y cautiva.
Sí, hay algo interesante en el desorden.
Hay deleite en el desorden.
lunes, 8 de julio de 2013
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