lunes, 23 de abril de 2007

Libertinaje verbal

Nuestro idioma castellano (o Latinoamericano-Chile como bien dice Bill Gates) es fantástico. Una generosa y desopilante fuente de símbolos y sonidos ordenados que nos permiten expresar todo lo que pensamos o sentimos (a algunas personas mas que otras pues es amplio, y además unos somos mas tontos que otros, para qué estamos con cosas). Ahora, todo eso que pensamos o sentimos lo hacemos en este mismo idioma, asi que obviamente y por construcción éste abarca todo aquello, con lo que caemos en una molesta redundancia cíclica que no viene al caso analizar (ya que tendría que dejar de escribir esto al evidenciar que no tiene sentido alguno, y claramente no quiero eso; para qué pisarme la cola y recién empezando?).

Urgando en esta iluminadora postura, me di cuenta de que existen numerosas herramientas de expresión que nuestra sociedad en su conjunto ha creado, en estas eternas e inconmensurables ramificaciones humanas cuyos límites y alcances no podríamos siquiera vislumbrar (es como cuando uno dice "uf, que chico es el mundo", en el fondo se está diciendo "como mierrr pasó esto?", esa sensación. La conocen, no? ah?). Estas herramientas permiten expresar brevemente y en forma clara e inambigua una idea, postura, declaración (statement, para quien está en curso de inglés, tan a la moda hoy en día), aclaración o sensación. Es así como empecé a pensar realmente en ellas como frases liberadoras, y en la necesidad de darles el valor que merecen y masificar su uso (sí, miles de personas estan leyendo esto, lo sé). Es por eso que he alzado nuevamente mi lapiz (alias dedo) y está usted amable lector(a) soportándome. He aquí algunas de ellas:

¿Y a mí qué me importa? (esa hueá)
Cruda, directa, totalmente honesta. Si uno busca sacarse un peso de encima, o sacarse a alguien de encima y su incomparablemente aburrido tema de conversación o acotación paralela, la frase perfecta es ¿y a mi qué me importa? (se sugiere usar el remate final "esa hueá", para dar mas énfasis y desalentar una posible contrarespuesta).

A mí no me huevees/déjate de huevear
¿No le ha pasado que no hay como detener la embestida dialéctica o física de alguien que desea fervorozamente algo, y que uno simplemente no quiere dar porque no quiere? Ya sea atención, una opinión, plata, lo que sea. Por favor, a mi no me huevees! déjate de huevear! Un alivio.

Me cagaron de nuevo (puta que soy hueón)
Quizás mi favorita, una oda a la sinceridad y autoresignación, que con el simple hecho de pronunciarla otorga liberación emocional y mental al reconocer y aceptar una situación injusta y a la vez el hecho de que uno no es infalible; uno es humano como todos, a uno también lo pueden cagar. Me cagaron de nuevo. Para un efecto más poderoso se sugiere iniciar la frase con un "puta que soy hueón". Ahora, si requiere aún una mayor potencia, bájese de internet la canción "puta que soy hueón" de Glup!, y repita frase al escuchar el coro; con esto logra un alto refuerzo.

Llegados a este punto puedo decir que no se me ocurren otras; reconozco que mi trabajo de investigación fue algo paupérrimo, pero sé que existen númerosas frases más que están a disposición de nosotros, y otras tantas que esperan ser creadas por aquellos vanguardistas exploradores y experimentadores de la lengua. Así que venga! (y olé!) los invito a compartir con el prójimo sus propias frases liberadoras. El bien común se lo agradecerá.