martes, 27 de febrero de 2007

El deporte rey

Algo hemos perdido. Nosotros, aquellos que nacimos en los comienzos de los ochenta y comíamos pan con palta con hilachas a la hora de once; que pasábamos tardes eternas pegados a la radio para grabar en cassette una canción (¡y qué cancion!); que hacíamos los trabajos para el colegio a mano, y a máquina de escribir si era así de importante . Hay algo que los años y las modas nos han quitado y que han logrado hundirlo en nuestra saturada memoria; algo que de vez en cuando recuerdo con tierna añoranza: el lento.

Qué herramienta más valiosa el lento (play: "every rose has its thorn" - Poison). Qué útil compañero; el deporte de contacto de mayor popularidad. Toda fiesta que se apreciara de tal debía tener entre su repertorio series alternadas de lentos, que le permitían a los jóvenes ávidos de roce obtener un contacto cercano y de amplia superficie, y por si fuera poco legitimado por la naturaleza propia de este tipo de música (pues así debía bailarse). No era eso fantástico? Si tenías la suerte de estar bailando (o intentándolo) con una joven agraciada y empezaba un ciclo de lentos, ya tenías la mitad de la tarea lista: obligatoriamente estarías encima de ella porque correspondía. Por el contrario, si te tocaba con una fémina poco favorecida estabas perdido: había que cumplir igual (todo tiene su equilibrio, el balance, la mano invisible, el ying y el yang).

Las bondades de el lento no se quedan ahí (play: "burbujas de amor" - Juan Luis Guerra). Como recordarán en esa época la salsa, la cumbia, la lambada, la sopa de caracol, y todas esas variantes aceleradas también se lucían en los carretes noventeros, y las únicas personas que sabían bailarlas eran todas las mujeres y el 5% de los hombres. Como parte del 95% de los incapaces de asimilar esos ritmos, confieso que en esas situaciones uno quedaba totalmente fuera del espectro de interés de la fémina danzarina, pero ¿eso qué importaba? ya vendría un lento de cualquier clase para arreglar las cosas. Qué inyección anímica. Pacientemente había que esperar que pasara la ola tropical y uno volvía a estar en el mercado, vigente.

Con el tiempo esta maravilla desapareció, para priorizar ritmos que marcaban distancias. Acá hay un desprecio y vacío mental de mi parte que impiden una descripción mas detallada. El rey de los deportes de contacto ya no lo era más.

Y qué tenemos hoy? pues aunque no lo crean: el reggaeton (play: "Hagamos el amor por el teléfono" - Wisin y Yandel). Y acá aprovecho de hacer un sentido homenaje a Gerardo, un monstruo musical cuyas influencias en letras, estilo y osadía pocos le reconocen hoy (play later: "Ven Michu Michu" - Gerardo). Confieso que en un comienzo no pensé que el reggaeton fuera de utilidad ni que duraría mucho entre nosotros, pero debo decir que me ha sorprendido; y cada día más, con sus inventos y reinventos. La proximidad de la dupla bailarina ha llegado a niveles insospechados y creo que mis pares y yo podemos declararnos conformes, pues requiere los mismos elementos que un lento (oportunismo, voluntad y manos rápidas e inteligentes) y se logran resultados similares (epidermis v/s epidermis), sin necesidad de tener que ahondar en los pasos o movimientos reglamentarios.

Esta es una herramienta que está a vuestra disposición, así que ¡tómenla señores! no reniegen de ella. Señoritas, esto va para ustedes igualmente, ya verán que también les gustará este ejercicio; y todos juntos en un futuro no muy lejano lo recordaremos con nostalgia; con dulce nostalgia... hasta que aparezca uno nuevo, claro.

jueves, 22 de febrero de 2007

Le saco la sal, se la saco

"Pero si cuando tienes polola, para que necesitas a los demás?" me dijo un amigo (o medio amigo, es más bajo que Demetrio) hace unos días entre copas, luego de que yo ironizara el hecho de que no lo veía entre nosotros hace mucho tiempo. Tal frase y convicción, sumado a la mueca cerebral que me causó, me dejaron sin saber qué responder. Como es usual, los días dejaron esto guardado.

La Mari es a veces práctica y ayer me hablaba de cómo son las personas. Algunas. "Ellos dos son iguales, así que están felices juntos". Lo guardado despertó, molestando como niño llorón en bus interurbano. Y de noche.

Definitivamente uno no conoce el dark side de una persona hasta que la ve con alguien. Ser con alguien. Y el efecto a veces es aplastantemente aterrador. Están aquellos(as) cuyos cambios son sutiles, como florecimiento de sensibilidad, disminución del consumo alcohólico medio, o disminucion del ratio [tiempo a los amigos]/[tiempo de ocio total], pero también encontramos aquellos que sufren transformaciones a escalas cósmicas: asborción de la pareja ("yo quiero que seas mi apéndice"), dependencia endógena (reflejada en el efecto "lapa" y "sinapsis neuronal aparejada") y negación absoluta de los amigos, de su existencia y utilidad práctica.

Antes de seguir, una aclaración: no sé si algunos de estos casos tienen solución (si eso esperaba deje de leer, que no soy ni psicólogo ni carpintero), o si simplemente evolucionan o involucionan con el tiempo. Tampoco sé a qué categoría correspondo, o si rondo alguna clasificable. Lo que sí sé es que estoy en una posición que me permite ver las cosas con cierta perspectiva: la del machopensante que cree tener la razón (hay otra?).

Si los dos personajes implicados son de la misma categoría (clase, o calaña, como prefiera usted) no habrá mayores dificultades, ya que ambos estarán felices de corroerse o parasitarse mutuamente, interpretando cada muestra de unicelularidad colectiva como un acto de cariño sincero, y con el tiempo matemáticamente tenderán a cero o a un mini big bang en sentido inverso con la consecuente exterminación mutua e inocua para el resto. El problema surge cuando las dos personas son distintas. Las diferentes posturas tiran como de una cuerda de 14 puntas (podrían ser más o menos, no he ahondado en ese aspecto aún), y encontrar el balance es una empresa complicada, de paso lento, de ajustes pequeños, que de resultados a corto plazo es dificil hablar. Y si ese proceso no es asumido puede ser terminal. Y el big bang sí tendría su sentido natural, con variados e interesantes efectos colaterales.

Al final, todo este asunto de los cambios y sus efectos es como la sal: si le echas un poco realzas los sabores y logras que tus sentidos los capten con más intensidad, con lo cual el agrado y disfrute es bastante mayor; pero si le agregas demasiada pasa a ser insoportable y lo único que se siente es el sabor a sal. Pura, seca, pesada. Inaguantable. Insostenible.

Así que es mejor comer sano y no usar mucha sal; tampoco dejarla de lado completamente, si no ¿cual es la gracia?. Sólo recomiendo tener en mente que los extremos siempre son malos (con algunas excepciones para mayores de 18 años...)

jueves, 15 de febrero de 2007

El Pato / 24 de Septiembre de 2004

El Pato

"Ya hizo pipí, joven?", preguntó la enfermera. "Pues no, no tengo ganas" respondí con seguridad, recostado en mi camilla. "Mire, ya son las 7 de la tarde, y ud. salió de la operación a la una y treinta. Si no hace en media hora mas, va a venir alguien a ponerle una sonda para que haga".

Quedé de piedra. Frente a esta cruda amenaza me senté con esfuerzo en la cama y me dediqué a tomar vasos y vasos de un jugo diet que habían puesto en mi velador, motivado por el más puro pánico. Una sonda quería ponerme... voy por una operación de meniscos en mi antes talentosa rodilla izquierda, y de regalo me iba a traer una experiencia inolvidable con una sonda. No sé exactamente qué es ni cómo se ve una sonda, pero afortunadamente la anestesia había dormido sólo mis piernas, dejando intacta mi capacidad deductiva.

Seguramente la enfermera también tenía algo de esa habilidad, porque después de ver mi cara me trajo el dispositivo necesario para mi nuevo deber. Era un receptáculo de cartón reciclado-style en forma de pato, nuevecito de paquete, el cual momentos después fue llenado exitosamente. "Toma sádica" pensé, cuando sonriendo lo devolví a la enfermera, que entró a mi pieza luego de llamarla con mi timbre multi-propósito de cama. "Toma y anda a buscar a otra víctima, arpía".

Debo decir que requerí niveles altos de concentración. No es fácil cuando uno no siente nada por motivos anestésicos. Ahora he confirmado que el cuerpo humano responde bajo presión; es más, creo que si no me hubiese resultado lo del pato de cartón, mi rodilla habría funcionado a la perfección a la hora de salir corriendo.

Alguna moraleja? acá va una: Si no escapas a la primera, corre. Y si no puedes correr, corre igual. El cuerpo responderá. Y si no funciona es falla de fábrica, a mi no me culpes.

Pistolita de agua

Bueno, como era de esperar, y luego de mi autoarenga inicial prometiendo fecundas letras futuras, debo admitir que fallé. Sí, fallé señor(a) lector, pero no porque me faltaran ganas, sino que ideas. Es más, aún me faltan, no crea que vi aquella luz, así que para darle un nuevo impulso a este intento me ensucio mis yanotanmorenas manos (lo que queda de mis vacaciones tropicales) y desempolvo antiguos escritos (si es que así se les puede llamar).

Para quien realmente le interese, aquellos textos que sean una reedición podrán ser fácilmente identificados al poseer su fecha de origen al comienzo.

Así que si aún sigue leyendo le doy la bienvenida a este sin fin ni sentido.

Fight!